Acto inaugural de la conmemoracion del XX aniversario de la transformacion de este centro en Facultad 25 abril 2014
especial por las minorías con menos recursos como los gitanos.
cambiaría”. La educación “es la llave de la libertad” y el papel del educador tiene que ir más allá, su figura debe “proporcionarles las herramientas precisas para que puedan ser artífices de su propio destino”.
Su primer contacto con el magisterio, “la mejor experiencia, la más dura”, fue muy joven en su ciudad natal en una escuela unitaria, donde tuvo que emplearse a fondo con medio centenar de niños con
edades comprendidas entre los seis y los 14 años. “Nadie me ha tenido que enseñar qué es el contacto directo en el ámbito de la educación, lo he vivido en primera persona”. Este conocimiento profundo de la situación escolar en aquel entonces le sirvió más tarde de base para trabajar por ella desde los bancos del Congreso, donde “la síntesis de mi vida política era la educación”. Con esfuerzo y el apoyo de los diferentes gobiernos llegó la red de escuelas puentes en los barrios y después la integración de los niños en los centros educativos. Y poco a poco se está logrando acabar con el analfabetismo gitano en España, como ha confesado con orgullo, ya que según sus pronósticos se erradicará dentro de cinco años. Ahora mismo, los gitanos que no saben leer ni escribir se cifran en el 25% de la
población que alcanzaba cuando él comenzó – a finales de los años 70 – al 80% del total.
y de sus valores. Sus principales publicaciones y estudios persiguen estos fines de formación y conocimiento. En su ponencia, ha señalado la importancia del estudio de su lengua, el romanó (romaní), que sería muy propicio para mejorar las relaciones de su pueblo mundialmente. “Hemos creado en la Unión Romaní unos cursos de lengua gitana. Queremos que mayormente los maestros aprendan su idioma de manera que puedan transmitírselo a sus alumnos”. En España, como ha relatado, la gran mayoría de ellos hablan el kaló (caló), un conjunto de palabras derivadas de la lengua madre, que solo se entiende en este país y que no tiene ni gramática ni normas. La lengua “aglutina una manera de ser, de pensar”, indispensable para tener “una personalidad colectiva”. En definitiva, se trata de que desde la educación se transmita su cultura a las jóvenes generaciones.